Ayer, tras hacer mis oraciones,
me disponía a dormir cuando un peculiar sonido llamo mi atención; un suave y
electrónico llanto. Así que me incorporé y me dispuse a buscar el origen de
esos sollozos. Mi sorpresa fue, al mirar encima de mi escritorio, que el llanto
provenía de mi teléfono móvil.
Si, habéis leído bien, mi móvil
estaba llorando. Os parecerá un poco raro, pero señores, se trata de un
Smartphone (para aquellos pobres que no se puedan permitir uno, que sepan que
es como un móvil normal, pero con mil aplicaciones más a parte de para llamar y
mirar la hora). Así que me dirigí hacia él y le pregunté que le pasaba, si
necesitaba mi ayuda en algo o si simplemente quería charlar un rato (los psicólogos
siempre recomiendan transmitir tranquilidad ante este tipo de situaciones tan
delicadas), a lo que me contesto que si, necesitaba desahogarse.
Entre lágrimas, comenzó a
explicarme el porqué de su sufrimiento, lo solo que se sentía. Estaba cansado
de que solo lo utilizara para hablar con otras personas; que por mucho que le hablase,
realmente nunca me dirigía a él, si no a otra persona al otro lado de la línea.
Él también necesitaba que le preguntasen como estaba, si había tenido un buen
día, o si necesitaba algo, necesitaba sentirse querido.
Tenía que aguantar como yo mantenía
conversaciones, muchas veces estúpidas, sobre banalidades a las cuales les daba
una importancia atroz, o simplemente, manteniendo largas conversaciones, al
final de las cuales, ni siquiera le daba las gracias por el buen trabajo que
había hecho manteniendo la cobertura y la calidad de la llamada. Mi móvil se sentía
despreciado.
Fue entonces cuando le dije que ahora
me había dado cuenta de mi error, le pedí una y mil veces perdón por haber sido
tan insensible y desagradecido. Y es que tiene que ser muy duro para él; había
estado tratando a mi móvil, durante muchísimo tiempo, como una prostituta, pagándole
por hacer llamadas y luego dejándolo tirado, sin un buenas noches o una caricia
de agradecimiento. Y tras decirle todo esto y abrirme yo también a él de
corazón, nos abrazamos y ambos lloramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario