[Puzzle]


Esta es interesante y triste historia de un pobre chico al que le sobraban actitudes, pero le faltaban oportunidades.  Era muy joven, tendría apenas dieciocho o diecinueve años; de complexión delgada –demasiado incluso-, más bien bajo de estatura, cosa que junto al hecho de no tener estudios más allá de la educación primaria, le dificultaba enormemente encontrar trabajo. Y es que lo necesitaba, no entraré en detalles, pero era de vital importancia trabajar en algo.

Eso sí, las cosas que se le daba bien las hacía de forma extraordinaria, casi podríamos considerar que era el mejor haciéndolas. Entre ellas destacaba su habilidad para montar rompe cabezas complejísimos en tiempo record; su capacidad para abrir cualquier libro exactamente en la página que quisiese; o su impresionante facilidad para caminar con los ojos cerrados sin chocarse con nada ni nadie. Pero, a pesar de todo esto, nadie consideraba que valía la pena, si quiera, darle una oportunidad de trabajo.


Su decepción era inmensa, sentía que no valía para nada –o por lo menos para nada que la gente supiese apreciar-. A pesar de saber hacer muchas cosas bien, ninguna le servía para sobrevivir en un mundo que lo hacía sentir prescindible. “Tanta gente buena para nada con buenos puestos de trabajo y yo, que sé hacer mil cosas y me estoy muriendo de hambre; no es justo”, pensaba.

Un día, tras salir por la puerta trasera de un restaurante donde lo acababan de rechazar como camarero, la desesperación se apoderó de él: calló de rodillas al suelo y rompió a llorar en medio de aquel callejón lúgubre. Su cuerpo, poco a poco, se fue desmontando: sus manos empezaron a desparramarse por el suelo en forma de pequeñas piezas cuadriculadas; luego fueron sus pies; sus piernas y brazos, de forma simultánea; su pelo y la parte trasera de su cabeza; el tronco fue lo que más demoró en deshacerse -aunque no demasiado, recordemos que era muy delgado-; Al final sólo quedaba su cara, húmeda por las lágrimas. Esta tampoco tardó en desaparecer, pasando a formar parte de ese montón de piezas de rompe cabezas olvidadas que yacían inertes en medio de aquel callejón. 

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